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El contexto lo es todo: Lo que aprendí en Indonesia y África sobre Economía Circular

Cuando un cliente me pide ayuda para diseñar o implementar un sistema para mejorar la economía circular en un lugar determinado, suele centrarse más en las posibles soluciones que en el funcionamiento del sistema actual.

Aunque la economía circular está en auge y parece ser la respuesta sostenible a muchos de los desafíos que enfrentamos, la realidad es que el mundo del reciclaje y la gestión de residuos lleva mucho más tiempo funcionando, aunque sin el mismo glamour ni popularidad.

Esto puede parecer un detalle menor, pero es crucial. Toda solución “moderna” de economía circular debe integrarse en un contexto ya existente, en el que las soluciones previas suelen ser opacas y carecer de una gobernanza clara.

Para mostrar este desafío, quiero compartir dos casos concretos de mi experiencia como consultor sobre el terreno.

La importancia de entender el sistema existente

Cuando pensamos en economía circular, es fácil imaginar soluciones innovadoras que parecen sencillas sobre el papel. Sin embargo, la realidad es que ningún sistema opera en el vacío.

Antes de implementar cualquier solución, debemos reconocer que ya existe un sistema, con sus propios actores, relaciones, incentivos y dinámicas. Esto es especialmente cierto en el mundo de los residuos, donde operan estructuras que pueden ser opacas, informales o incluso invisibles para los ojos externos.

Un error común es subestimar el impacto de estas estructuras existentes. Intentar superponer una solución “innovadora” sin comprender el contexto puede no solo generar fricciones, sino también ser contraproducente, afectando negativamente a los actores involucrados. Por ejemplo:

  1. Actores clave invisibles: En muchos lugares, los sistemas de gestión de residuos dependen de actores informales, como recolectores independientes, quienes desempeñan un papel esencial en la economía circular local. Sin embargo, rara vez se les consulta o incluye en el diseño de nuevas soluciones.
  2. Dinámicas económicas y sociales preexistentes: Los materiales tienen un valor relativo en el mercado local de reciclaje, y las dinámicas de oferta y demanda pueden limitar qué tipos de residuos son realmente atractivos para los actores del sistema.
  3. Gobernanza opaca y economía informal: En muchos casos, las relaciones de poder y las reglas que rigen el sistema de residuos no son transparentes. Esto puede dificultar la implementación de nuevas políticas o tecnologías, especialmente si no se cuenta con el apoyo de los actores clave.

El terreno: una fuente irremplazable de información

Para comprender estas dinámicas, no basta con revisar informes o consultar estadísticas. Es imprescindible bajar al terreno y observar de primera mano cómo funciona el sistema en la práctica. Esto incluye:

  • Hablar con los actores locales para entender sus necesidades, limitaciones y motivaciones.
  • Identificar las barreras logísticas y económicas que pueden obstaculizar la implementación de soluciones.
  • Reconocer las posibles resistencias al cambio y cómo estas podrían abordarse.

Un ejemplo claro de esta necesidad lo veremos en el caso de los recolectores de residuos en Indonesia, donde la falta de comprensión del contexto local casi llevó a una solución inaplicable.

Caso 1: Recolectores de residuos (wastepickers) en Indonesia

Durante mi tiempo como consultor en Project STOP en Indonesia, un equipo de técnicos y directores de innovación de Google y Nestlé viajó desde San Francisco para organizar un taller en Yakarta.

Workshop Indonesia Google Nestle

El objetivo era desarrollar una aplicación móvil que ayudara e incentivara a los recolectores de residuos (wastepickers) a identificar y recoger una mayor cantidad y variedad de plásticos, utilizando un sistema basado en inteligencia artificial y con incentivos basados en un sistema de puntos.

A este taller asistimos consultores de proyectos locales, representantes del gobierno y el equipo internacional.

La idea inicial del proyecto era que los wastepickers, quienes hasta entonces se enfocaban principalmente en recolectar plásticos rígidos como PET, aluminio y vidrio, pudieran ser incentivados a recoger también plásticos ligeros mediante esta app.

wastepickers Indonesia waste aggregators

Sin embargo, cuando empezamos a trabajar en grupos para diseñar la solución, los consultores locales expusimos un contexto que cuestionaba la viabilidad de la idea original.

Problemas económicos

Desde el punto de vista económico, los plásticos ligeros tienen un valor diez veces menor en el mercado del reciclaje comparado con los plásticos rígidos. Además, recolectar un kilo de bolsas de plástico requiere varias veces más esfuerzo que recolectar un kilo de PET.

Si ya los ingresos de estos recolectores son bajos, invertir más tiempo y esfuerzo en materiales menos rentables no tiene sentido para ellos, y el sistema de incentivos tendría dificultades para compensar el bajo valor de los plásticos no recogidos.

Limitaciones logísticas

Estos recolectores, en su mayoría personas en situación de pobreza extrema, carecen de recursos económicos e incluso de una vivienda propia. Almacenar y transportar grandes volúmenes de plásticos ligeros supondría un desafío tremendo, ya que estos materiales ocupan mucho más espacio por kg recogido que los plásticos rígidos, aluminio o cristal.

Dinámicas sociales y comerciales

Otro factor crítico son las relaciones entre los wastepickers y los recicladores (o agregadores) locales. Los recolectores rara vez trabajan de forma independiente; suelen depender de recicladores que operan con poca transparencia y ejercen presión sobre ellos para que recojan ciertos materiales específicos.

Aunque la app incentivara la recolección de plásticos ligeros, los recicladores locales podrían simplemente negarse a aceptarlos, anulando cualquier impacto positivo que la herramienta pudiera tener.

Lecciones del taller

Estas personas de Google y Nestlé lamentablemente carecían de los días suficientes como para conocer el contexto en más detalle antes de lanzarse a proponer una solución. Por suerte, era un equipo con mucho talento y supieron pivotar rápidamente y terminar el workshop con una prueba de concepto muy distinta a la que habían planteado inicialmente.

Caso 2: Redes de pesca en África

En este caso, el cliente nos planteó una pregunta sencilla pero crucial: ¿qué sucede con las redes de pesca una vez que son desechadas en diversos puertos de África? La idea era investigar las soluciones existentes y explorar nuevas oportunidades para que este material pudiera contribuir al desarrollo de las economías locales.

Un sistema ya en marcha

Al realizar un estudio inicial, descubrimos que las redes de pesca de estos buques tienen un alto valor en el mercado del reciclaje. Este material es atractivo para los recicladores porque es homogéneo, relativamente limpio y permite reunir grandes volúmenes que facilitan su procesamiento y envío.

Sin embargo, el sistema no estaba inactivo antes de nuestra llegada. Estas redes no terminaban en vertederos ni eran incineradas. En su lugar, existía un mercado de segunda mano bien establecido, donde las redes eran reutilizadas para múltiples propósitos.

El dilema de la reutilización

En el ámbito de la economía circular, solemos priorizar la reutilización sobre el reciclaje sin cuestionarlo demasiado. Pero, ¿es siempre esta la opción más sostenible?

Proyectos como el uso de botellas de plástico para construir bloques de vivienda son ejemplos populares de reutilización. Sin embargo, plantean un problema importante: ¿qué sucede con esos materiales cuando la nueva construcción llega al final de su vida útil?

En el caso de las redes de pesca, vimos un fenómeno similar. Muchas de estas redes eran cortadas para reutilizarlas en barcos más pequeños, lo cual mantenía su valor y su ciclo dentro de la pesca.

Sin embargo, un gran porcentaje de las redes se destinaban a usos domésticos y agrícolas: se transformaban en hamacas, redes para porterías de fútbol, cercos para ganado y otros usos similares.

Reciclar Redes de Pesca Economia Circular

Si bien esto parecía positivo al principio, esta fragmentación y redistribución de las redes generaba un nuevo problema: materiales que antes eran fáciles de recoger, procesar y reciclar quedaban dispersos geográficamente, imposibilitando una logística inversa eficiente.

Lo que antes era un material con un alto potencial de reciclaje se convertía en miles de fragmentos distribuidos en áreas rurales, difíciles de recuperar, y que seguramente terminarían en vertederos o incinerados.

Impacto en las comunidades locales

Además, observamos que este sistema de reutilización no era solo una solución informal, sino una fuente de ingresos para decenas de familias que dependían del negocio de transformar y distribuir las redes.

Cambiar esta dinámica podría tener consecuencias económicas importantes para estas comunidades, agravando su vulnerabilidad.

Al igual que en el caso de indonesia, cuando se desarrolla un proyecto de economía circular hay que involucrar a todas las partes, pero especialmente a las más vulnerables.

Si se va a establecer un sistema de gestión que excluya a estas personas hay que valorar de qué manera se les puede ayudar, bien a integrarlas en el sistema, bien a encontrar otros modo de vida.

Lección aprendida

Este caso nos mostró una vez más que las soluciones evidentes en un contexto teórico pueden plantear grandes retos en el mundo real. Antes de proponer cualquier intervención, es imprescindible comprender las dinámicas sociales, económicas y logísticas del sistema existente. Al hacerlo, podemos evitar soluciones que, aunque bienintencionadas, generen problemas más complejos en el largo plazo.

Conclusiones: Cómo abordar un problema u oportunidad en economía circular

Estos dos casos ilustran la complejidad de implementar soluciones de economía circular en contextos reales. Tanto en Indonesia como en África, aprendimos que las dinámicas locales son esenciales para que cualquier propuesta sea viable y sostenible. A continuación, comparto algunas recomendaciones clave basadas en mi experiencia:

1. Reconocer el sistema preexistente

Toda solución de economía circular debe partir del entendimiento de que ya existe un sistema funcionando, incluso si este no es transparente o está informalmente estructurado. Conocer sus actores, relaciones y dinámicas es el primer paso para identificar qué puede mejorarse sin causar efectos negativos.

2. Bajar al terreno

No basta con datos o teorías: la realidad solo se comprende estando en el lugar, observando directamente cómo funcionan las cosas y hablando con las personas involucradas. El trabajo de campo es insustituible para entender barreras, necesidades y oportunidades reales.

3. Involucrar a los actores locales

La colaboración con los actores clave del sistema —desde recolectores y recicladores hasta comunidades locales y gobiernos— es crucial para garantizar el éxito. En contextos culturales ajenos, contar con facilitadores locales puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.

4. Obtener y complementar datos

Aunque idealmente se deberían recopilar datos directamente desde el terreno, a menudo esto no es factible para análisis a gran escala. En estos casos, es útil buscar proxies o fuentes alternativas, siempre contrastándolos con la realidad local a través de observaciones directas. Esto es lo que hicimos para estudiar el mercado potencial del reciclaje de redes de pesca en Europa.

5. Adoptar una actitud de investigación-acción

El simple hecho de investigar o plantear preguntas ya puede alterar el sistema. Ser consciente de este impacto permite aprovecharlo de manera positiva, evitando consecuencias no deseadas.

6. Comprender el sistema en su totalidad

Cualquier intervención debe partir de una visión general del sistema, incluyendo:

  • Sistema físico: tipos y volúmenes de materiales, métodos de recogida y logística.
  • Gobernanza: actores clave, economía, y relaciones de poder.
  • Aspectos culturales y sociales: comportamientos, normas y prácticas locales que afectan al sistema.

Ejemplo

Herramientas como el modelo desarrollado por la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA) pueden servir como marco inicial para estructurar el análisis de sistemas complejos de residuos.

modelo ISWA gestion integrada de residuos

Reflexión final

La economía circular no se diseña desde un escritorio. Cada contexto tiene sus propias reglas, desafíos y oportunidades. Si realmente queremos implementar soluciones sostenibles y justas, debemos comenzar por escuchar, aprender y adaptarnos a la realidad del terreno.

Si este tema te resulta interesante o si quieres saber más sobre los casos que mencioné, no dudes en contactarme.

También estaré encantado de ayudarte con servicios de asesoramiento o consultoría para diseñar soluciones de economía circular adaptadas a tus necesidades específicas.

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